miércoles, 2 de octubre de 2013

EL CUENTO COEDUCATIVO.


Los cuentos deben ofrecer un modelo en el que ambos sexos participen, a fin de posibilitar la construcción de las identidades individuales y sociales por lo que respecta al género. Pero… qué criterios deben guiar la selección de un cuento no sexista, o sea coeducativo, para ser consecuente con todo lo que aquí se expone. Básicamente, me atrevería a fijar nuestra atención en tres aspectos: Las ilustraciones, el contenido y el lenguaje.


Todavía hay historias en los cuentos donde se transmiten una serie de patrones de conducta estereotipadas, que poco tienen que ver con el trato igualitario entre los géneros. Las niñas o mujeres aparecen como guapas, delicadas, volubles, ….y niños u hombres como valientes, astutos, inteligentes, agresivos, … Ellas siempre esperan, cosen, limpian, lloran. Ellos siempre luchan, salvan, rescatan, viajan. Y finales donde se cumple el deseo más preciado… “casarse con ÉL”.  




Llevamos ya varios cursos aportando nuestro granito de arena para hacer nuestro entorno más igualitario, por ello aprovecho estas líneas para hacer una pequeña reflexión sobre la aportación que hacen muchos cuentos a la socialización de género y a la creación de estereotipos de los roles masculinos y femeninos.

Recurrimos asiduamente al cuento cuando queremos hacer un regalo a un niño o niña, sin percatarnos del valor que éste tiene. El cuento nos acerca a un mundo mágico, donde se disfruta de una historia y de sus personajes. Pero también, el cuento socializa, legítima roles, ofrece modelos de actuación, enseña a solucionar conflictos y no siempre se es consciente de este poder.

Si a nosotras nos representan así, creo que los chicos no salen mejor parados. No les está permitido expresar sentimientos que tradicionalmente se han asignado a las chicas: sentir miedo, pudor, expresar su ternura, sensibilidad... Por ello los últimos movimientos feministas hablan de construir una nueva visión de la masculinidad que pueda guiar e inspirar a los hombres y mujeres actuales. Los cuentos y novelas juveniles deben ofrecer la imagen de chicos sensibles, capaces de librarse de la carga del machismo y recuperar sus valores más íntimos y auténticos.


Las ilustraciones es lo que más llama la atención en un libro dirigido a la infancia, es lo que salta a la vista en primer lugar. Las imágenes transmiten un mensaje paralelo. Se aprende a interpretar imágenes antes que a leer y esto debemos tenerlo en cuenta, ya que a los 3 o 4 años los niños y niñas se identifican ya con los roles sexuales, y a los 6 años ya lo tiene interiorizado, por consiguiente es importante evitar imágenes tópicas que representen siempre a los hombres como fuertes, competitivos y activos, y a las mujeres, como débiles y pasivas.

Los contenidos deben reflejar una realidad cercana y que seguramente los niños y niñas ven en su entorno: mujeres responsables y autónomas, madres inteligentes e instruidas, parejas que mantienen relaciones igualitarias, etc.

Adela Turín (1) señala:
Es hora de mostrarles a los niños, sin ironía, mujeres que tienen una profesión prestigiosa, que ejercen un poder en la sociedad, madres que triunfan en la política, los deportes, los negocios, el arte.
Es hora de mostrarles a los niños padres que cambian pañales a los bebés, que les consuelan, que no entienden nada de mecánica, que hacen la lista de la compra, que limpian, que planchan, que cosen, que cocinan sin hacer desastres grotescos.
Hace falta eliminar radicalmente las imágenes de las mamás que friegan los platos en la cocina mientras los papás leen el periódico en el salón”.

El lenguaje, en la mayoría de las historias, da una visión del mundo y de las relaciones sociales desde el punto de vista masculino, excluyendo a las mujeres y dificultando su identificación (androcentrismo), concepciones que las niñas y niños asimilan inconscientemente. El género masculino sigue siendo mayoritario en las narraciones infantiles, provocando la masculinización del pensamiento.

Las mujeres podemos ser las mejores herramientas en el tratamiento del lenguaje del cuento. Somos, por excelencia, las mejores lectoras de cuentos de nuestros hijos e hijas, las que usan cada gesto y cada pausa para transmitir valores éticos y sociales y por ello, está en nuestra mano utilizar el lenguaje de manera que no subordine ni infravalore a las mujeres.

Si tenemos en cuenta estos tres aspectos básicos, no solamente estamos leyendo cuentos no sexistas, sino que estamos contribuyendo al desarrollo afectivo-emocional de nuestros niños y niñas. Y aunque, lo afectivo-emocional está devaluado, es el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria. Desde los cuentos coeducativos se puede llegar a ser consciente de sentimientos, de empatizar, de identificarse y de tener intercambios sociales y afectivos satisfactorios. Este sería un buen punto de partida para crear referentes alternativos a los tradicionales modelos.

Para terminar, recordar que en las librerías existen cuentos alternativos, que responden a un modelo claro de igualdad y de valores democráticos. Sus personajes y vivencias, describen conflictos y soluciones relacionados con las relaciones igualitarias, etc… También, mencionar que en nuestra Biblioteca Municipal existe una Guía de lectura para coeducación “A favor de las niñas” (2.006).
Carmen López Núñez
Maestra de Primaria

(1)Pionera en la investigación de la Literatura Infantil y Juvenil desde una perspectiva de género, lleva más de tres décadas trabajando para erradicar las actitudes sexistas y discriminatorias de los libros dirigidos a la infancia.

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