Los cuentos deben
ofrecer un modelo en el que ambos sexos participen, a fin de
posibilitar la construcción de las identidades individuales y
sociales por lo que respecta al género. Pero… qué criterios
deben guiar la selección de un cuento no sexista, o sea coeducativo,
para ser consecuente con todo lo que aquí se expone. Básicamente,
me atrevería a fijar nuestra atención en tres aspectos: Las
ilustraciones, el contenido y el lenguaje.
Todavía hay
historias en los cuentos donde se transmiten una serie de patrones de
conducta estereotipadas, que poco tienen que ver con el trato
igualitario entre los géneros. Las niñas o mujeres aparecen como
guapas, delicadas, volubles, ….y niños u hombres como valientes,
astutos, inteligentes, agresivos, … Ellas siempre esperan, cosen,
limpian, lloran. Ellos siempre luchan, salvan, rescatan, viajan. Y
finales donde se cumple el deseo más preciado… “casarse con ÉL”.
Llevamos
ya varios cursos aportando nuestro granito de arena para hacer
nuestro entorno más igualitario, por ello aprovecho estas líneas
para hacer una pequeña reflexión sobre la aportación que hacen
muchos cuentos a la socialización de género y a la creación de
estereotipos de los roles masculinos y femeninos.
Recurrimos
asiduamente al cuento cuando queremos hacer un regalo a un niño o
niña, sin percatarnos del valor que éste tiene. El cuento nos
acerca a un mundo mágico, donde se disfruta de una historia y de sus
personajes. Pero también, el cuento socializa, legítima roles,
ofrece modelos de actuación, enseña a solucionar conflictos y no
siempre se es consciente de este poder.
Si a nosotras nos
representan así, creo que los chicos no salen mejor parados. No les
está permitido expresar sentimientos que tradicionalmente se han
asignado a las chicas: sentir miedo, pudor, expresar su ternura,
sensibilidad... Por ello los últimos movimientos feministas hablan
de construir una nueva visión de la masculinidad que pueda guiar e
inspirar a los hombres y mujeres actuales. Los cuentos y novelas
juveniles deben ofrecer la imagen de chicos sensibles, capaces de
librarse de la carga del machismo y recuperar sus valores más
íntimos y auténticos.
Las ilustraciones
es lo que más llama la atención en un libro dirigido a la infancia,
es lo que salta a la vista en primer lugar. Las imágenes transmiten
un mensaje paralelo. Se aprende a interpretar imágenes antes que a
leer y esto debemos tenerlo en cuenta, ya que a los 3 o 4 años los
niños y niñas se identifican ya con los roles sexuales, y a los 6
años ya lo tiene interiorizado, por consiguiente es importante
evitar imágenes tópicas que representen siempre a los hombres como
fuertes, competitivos y activos, y a las mujeres, como débiles y
pasivas.
Los contenidos
deben reflejar una realidad cercana y que seguramente los niños y
niñas ven en su entorno: mujeres responsables y autónomas, madres
inteligentes e instruidas, parejas que mantienen relaciones
igualitarias, etc.
Adela Turín (1)
señala:
“Es
hora de mostrarles a los niños, sin ironía, mujeres que tienen una
profesión prestigiosa, que ejercen un poder en la sociedad, madres
que triunfan en la política, los deportes, los negocios, el arte.
Es
hora de mostrarles a los niños padres que cambian pañales a los
bebés, que les consuelan, que no entienden nada de mecánica, que
hacen la lista de la compra, que limpian, que planchan, que cosen,
que cocinan sin hacer desastres grotescos.
Hace
falta eliminar radicalmente las imágenes de las mamás que friegan
los platos en la cocina mientras los papás leen el periódico en el
salón”.
El lenguaje,
en la mayoría de las historias, da una visión del mundo y de las
relaciones sociales desde el punto de vista masculino, excluyendo a
las mujeres y dificultando su identificación (androcentrismo),
concepciones que las niñas y niños asimilan inconscientemente. El
género masculino sigue siendo mayoritario en las narraciones
infantiles, provocando la masculinización del pensamiento.
Las mujeres podemos
ser las mejores herramientas en el tratamiento del lenguaje del
cuento. Somos, por excelencia, las mejores lectoras de cuentos de
nuestros hijos e hijas, las que usan cada gesto y cada pausa para
transmitir valores éticos y sociales y por ello, está en nuestra
mano utilizar el lenguaje de manera que no subordine ni infravalore a
las mujeres.
Si tenemos en cuenta
estos tres aspectos básicos, no solamente estamos leyendo cuentos no
sexistas, sino que estamos contribuyendo al desarrollo
afectivo-emocional de nuestros niños y niñas. Y aunque, lo
afectivo-emocional está devaluado, es el camino hacia una sociedad
más justa e igualitaria. Desde los cuentos coeducativos se puede
llegar a ser consciente de sentimientos, de empatizar, de
identificarse y de tener intercambios sociales y afectivos
satisfactorios. Este sería un buen punto de partida para crear
referentes alternativos a los tradicionales modelos.
Para terminar,
recordar que en las librerías existen cuentos alternativos, que
responden a un modelo claro de igualdad y de valores democráticos.
Sus personajes y vivencias, describen conflictos y soluciones
relacionados con las relaciones igualitarias, etc… También,
mencionar que en nuestra Biblioteca Municipal existe una Guía de
lectura para coeducación “A favor de las niñas” (2.006).
Carmen López Núñez
Maestra de Primaria
(1)Pionera
en la investigación de la Literatura Infantil y Juvenil desde una
perspectiva de género, lleva más de tres décadas trabajando para
erradicar las actitudes sexistas y discriminatorias de los libros
dirigidos a la infancia.
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